En el marco del primer día de la Universidad de Verano de Adeje, el Catedrático del departamento de Química analítica, Nutrición y Braumatología de la ULL, Carlos Díaz Romero, abordó en sus ponencias “Alimentación y Salud” y “Alimentos Funcionales”, la relevancia que tiene para los seres humanos, mantener una dieta sana y equilibrada. De igual forma, explicó que las causas de la morbimortalidad varían de países ricos a pobres.
En el caso de los países pobres, el ponente manifestó que el patrón alimentario es escaso, por lo tanto, los componentes de la dieta son insuficientes y la mayoría de los alimentos que se consumen son cereales, carbohidratos y fibras alimentarias elevadas. Las enfermedades alimenticias vinculadas a estas regiones son la malnutrición energética – proteica, dando como resultado patologías como la de Kwashiorkor (enfermedad de los niños debida a la ausencia de nutrientes, como las proteínas en la dieta) y marasmo (tipo de desnutrición energética por defecto, acompañada de una delgadez extrema cuyo resultado es un déficit calórico total). Otra de las enfermedades alimenticias comunes en los países pobres son las anemias nutricionales, el bocio endémico, la hipovitaminosis y la deficiencia de nutrientes.
En cuanto a los países más ricos, el experto explicó que el patrón alimenticio es muy amplio y diversificado, destaca el alto consumo de alimentos de origen animal, hay un elevado aporte de lípidos saturados que se transforman en colesterol, un bajo consumo de carbohidratos y un exceso de azucares simples y un muy bajo aporte de fibra. La morbimortalidad en los países ricos recae en enfermedades como la obesidad, hiperlipidemias, hipertensión arterial, diabetes, ateroesclerosis, infartos, ACV, gota, estreñimiento, cáncer de colon, caries, osteoporosis, etc.
Díaz Romero, compartió datos de la organización manos unidas, en los cuales se recogía que el 25% de la población mundial está alimentada o sobre alimentada, otro 15% presenta una alimentación suficiente, un 20% sólo consume entre 10 – 20 gramos de proteína animal y que el 10% restante, padece de hambre crónica. Por lo que el catedrático indicó que el futuro de la alimentación en el mundo, dependerá, en parte, de donde se encuentre el ser humano y los hábitos alimenticios que se tengan, pero que tanto en países ricos, como pobres, se debería buscar cumplir una dieta sana unida a una vida no sedentaria.
Objetivos nutricionales
Díaz Romero recordó que una buena nutrición se puede lograr adecuando la ingesta de nutrientes a las necesidades específicas de cada persona, es preciso tener un control del peso según cada individuo, consumir la cantidad correcta de alimentos en cada comida, de tal manera que en el desayuno (la comida más importante del día), se deben ingerir un total de 20 a 25% de la kilocalorías diarias, en el almuerzo son necesarias de 30 a 35 %, la merienda constituye un 15% y la cena entre un 25 a 30% de kilocalorías.
Seguidamente, detalló que los seres humanos deben de ingerir como mínimo 1,5 litros de agua, más de 25 gramos de fibra al día, disminuir la cantidad de sal y consumir de forma moderada bebidas que contengan alcohol. Sentenció que “una alimentación equilibrada es vital para la salud, ya que aporta energía suficiente para el día a día”.
Guías alimentarias: solución a tener en cuenta
Basándose en el modelo de la dieta mediterránea, el Catedrático del departamento de Química analítica, Nutrición y Braumatología de la ULL, Carlos Díaz Romero explicó que la misma constituye una alternativa factible para una buena alimentación y reveló que es necesario utilizar guías alimentarias, es decir, herramientas educativas que orienten sobre el consumo de alimentos para que las personas puedan gozar de una buena salud.
Las guías alimentarias, aclaró, van dirigidas “a la población sana, las personas que padecen alguna enfermedad producida por la mala ingesta de alimentos, tienen y deben atender lo que diga su médico”. En todo caso, recordó que alimentarse bien es una parte importante a tener en cuenta, pero que también lo es realizar ejercicio aeróbico de tres a cuatro veces por semana, así como incrementar el consumo de frutas y vegetales y masticar la comida hasta 20 veces.