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Díaz-Flores: “La obesidad infantil es el principal problema de salud pública en Canarias”

La obesidad infantil es el principal problema de salud pública de Canarias

20 de julio de 2012

En opinión de José Fernando Díaz-Flores Estévez, director general de Salud Pública del Servicio Canario de Salud, la obesidad infantil es el principal problema de salud pública de Canarias. Aunque hay otros asuntos importantes, como el tabaquismo, la hipertensión, o la diabetes, el sobrepeso en los menores es especialmente preocupante porque las Islas son la región española en donde este problema incide con más virulencia desde hace ya algunos años.

El responsable sanitario señaló que la situación ha mejorado tímidamente en los últimos tiempos, ya que si bien no se ha logrado bajar la tasa de población infantil afectada de obesidad, que ronda el 18%, al menos se ha mantenido estable y sin aumento desde hace meses.

Díaz-Flores recordó que la obesidad infantil fue declarada una epidemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2010. Es una situación que debe erradicarse cuanto antes, ya que los estudios indican que un niño con sobrepeso tiene un 50% de probabilidades de convertirse en un adulto con el mismo problema, y ello puede acarrear que se experimenten a edades muy tempranas enfermedades normalmente más propias de la vejez.

El ponente ofreció cifras que señalan el problema que supone la alimentación para la población mundial, tanto si es por defecto como por exceso: 600 millones de personas pasan hambre y, al mismo tiempo, 310 millones padecen obesidad. En la Unión Europea, el número de niños con sobrepeso aumenta en 400.000 cada año, lo cual es uno de cada cuatro.

A este importante desarrollo de la obesidad han contribuido factores como el incremento de las actividades sedentarias; el uso de transportes motorizados; la reducción de la actividad física; el aumento del consumo de alimentos y bebidas muy energéticas; la ingesta insuficiente de fibra dietética; las dietas desequilibradas, monótonas o con escasa densidad de nutrientes; y la pobreza, pues está demostrado que los maños hábitos de vida aumentan en poblaciones deprimidas económicamente.

Por ello se están haciendo varias campañas de sensibilización y educación en la sociedad y los centros educativos, así como en los medios de comunicación. Otra de las áreas sobre las que hay que actuar son las propias empresas alimentarias, para que corrijan su actuación en este campo. En este sentido, el ponente recordó una reunión con un directivo local de una cadena de restaurantes de comida rápida que le dijo: “somos parte del problema, queremos ser parte de la solución”. Esto denota un cambio de sensibilidad, aunque sea interesado, en estas compañías.
Durante su charla, el ponente explico algunas iniciativas que desde su departamento se han impulsado en el área de la divulgación de hábitos de vida saludable. Señala que, por ejemplo, en el denominado Proyecto Delta se propuso una pirámide alimentaria con un sistema de colores que alertaba de qué alimentos son recomendables y cuáles no, que fue avalada por la propia OMS.

Otra iniciativa más reciente es la Programa de Intervención Pediátrica para la Prevención de la Obesidad (PIPO), que ha supuesto dos años de trabajo y una inversión de 50.000 euros. En ella se presenta una guía de alimentación para menores entre 0 a 18 años que ayuda a los padres a elaborar dietas saludables para niños.

Díaz-Flores señaló que en la práctica, ningún país esta logrando controlar la epidemia de obesidad, pese a lo cual hay razones para le optimismo: hay más voluntad social para acabar con la obesidad; existe más coordinación internacional; las intervenciones se planificación mejor y son más eficaces; hay en el mercado nuevos alimentos con menos densidad energética; algunos videojuegos son más activos; se da un mayor control sobre la publicidad y, en general, ya hay percepción social de que existe el riesgo. “Ya no se escucha aquello que nos decían nuestros abuelos, de que el niño cuanto más ‘gordito’, más sano”.