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Un mínimo porcentaje de la población infantil puede padecer un trastorno del neurodesarrollo

El común denominador de la población infantil presenta un desarrollo del sistema nervioso central adecuado.

21 de julio de 2014

Durante la mañana de hoy, lunes 21 de julio, primer día de la Universidad de Verano de Adeje, Sergio Hernández Expósito, Profesor titular del Departamento de Psicobiología y Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de La Laguna y director del curso “Trastornos infantiles del neurodesarrollo: una visión neuropsicológica”, aseguró que el 95% de la población infantil desarrolla un sistema nervioso central adecuado. “Son niños y niñas que nacen sin ningún tipo de problemas”, aseguró.

En este sentido, puntualizó que “hay un porcentaje de chavales que a veces por razones de naturaleza genética y otras relacionadas con los factores medioambientales, ocurre lo que conocemos con el nombre genérico de trastornos del neurodesarrollo”.

En términos de frecuencia, los más comunes son TDH, autismo y la prematuridad. También se dan en la infancia algunas perturbaciones adquiridas como trastornos cerebrales infantiles, dentro de los cuales, el más frecuente es la parálisis cerebral, enumeró el experto.

Seguidamente, explicó que “el desarrollo neuropsicológico es el crecimiento de la estructura funcional del ser humano, el cual, en la inmensa mayoría de las veces, presenta un desarrollo eficiente y normalizado. No obstante, en el caso de que se diagnostique una anomalía en el sistema nervioso, la evolución del mismo será deficiente”.

Dentro de este marco, el profesor aseguró que, a lo largo del curso, “enseñaremos como evaluar a los menores para poder ayudarles a través de un tratamiento que se basará en programas de rehabilitación”.

En esta perspectiva, el experto aclaró que “son trastornos que se inician en la infancia, son enfermedades que no se van a curar sino que se suelen cronificar. Lo que podemos hacer es utilizar las herramientas de diagnóstico y las terapéuticas, para reducir la clínica de estos niños a niveles apropiados”.

Hernández Expósito indicó que “la patología se inicia en la infancia y luego pasa a la adolescencia y posteriormente, a la adultez. Por lo tanto, es fundamental recordar que es nuestra tarea sensibilizar al alumnado que la clínica y sintomatología de una enfermedad en un infante es diferente cuando pasa a los siguientes períodos de su vida”. En definitiva, todas las funciones no tienen el mismo patrón evolutivo.

El ponente, también detalló que “nuestro desarrollo motor ocurre antes de que aparezca nuestra capacidad de hablar, esto sucede porque necesitamos movernos y adquirir el control de nuestro propio cuerpo para dirigirlo a voluntad. Por tal motivo, se desarrolla nuestra capacidad de ver y escuchar antes que el habla, carece de sentido que una persona sea muy buena razonando si tiene dificultades auditivas o visuales”. En conclusión, “cada función tiene su momento, primero se suscitan las básicas o de entrada de información al sistema y posteriormente, se desarrolla el lenguaje y la memoria”.

Funciones específicas
El ser humano posee cuatro elementos o funciones básicas: la velocidad de procesamiento, tiempo que invertimos en realizar una tarea; atención, capacidad para centrarnos en un estímulo o actividad e inhibir las demás; memoria, función básica para el desarrollo humano y por último, lenguaje, código con el que se comunican y expresan las personas

“Hay más funciones”, asegura el profesor, “las ponemos en marcha todos los días por ejemplo, tenemos las viso espaciales o perceptivas que nos proporciona una ubicación y una sensación a cada persona”.

Lo que está claro, asegura Hernández Expósito, es que “necesitamos hacer las tareas en un determinado momento, para ello es imprescindible poseer una velocidad de procesamiento, debemos prestar la atención necesaria (selectiva, sostenida o dividida) ya que es la puerta de todo, desarrollar una memoria correcta, que logre desarrollar todas sus fases: reconocimiento, inmediata, procedimental, respuestas condicionadas y memoria declarativa y finalmente, comprender el lenguaje”. Todas éstas, son habilidades que nos diferencias de otros animales.

En cuanto a la longevidad de las personas que padecen estos trastornos, el experto señaló que “cada patología tiene su propio ciclo vital, nadie muere por tener TDH o padecer autismo, se puede llegar a una vida adulta, no obstante, y según el tipo de enfermedad que se tenga, habrá mayor o menor índice de dependencia”.